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¿Una prueba de densidad ósea muestra artritis?

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Una densitometría ósea es un tipo de radiografía que mide la resistencia de tus huesos. Los médicos recomiendan una prueba de densidad ósea cada pocos años en los adultos mayores para ayudar a identificar y tratar la osteoporosis. Los términos médicos osteopenia y osteoporosis se refieren a problemas de pérdida ósea, y ambas son enfermedades en las que los huesos se debilitan y, por tanto, son más propensos a las fracturas. Muchas personas no se dan cuenta de que tienen problemas de debilidad o pérdida ósea hasta que sufren una fractura. Una densitometría ósea puede ayudar a detectar problemas de debilidad y pérdida óseas antes de que se produzca una lesión más grave. Tu médico también puede recomendarte una densitometría ósea como parte de tu tratamiento de la artritis, para ayudarte a evaluar tu masa ósea general y saber si corres riesgo de pérdida ósea o fracturas.

¿Qué es una prueba de densidad ósea?

Una prueba de densidad ósea también se conoce como densitometría ósea, que es similar a hacerse una radiografía. Esta prueba, junto con otras radiografías, no duele y suele hacerse en diez o veinte minutos, dependiendo de las zonas que haya que explorar. Una prueba de densidad ósea puede ser portátil y fácil para explorar posibles zonas problemáticas o extremidades. También hay pruebas de densidad ósea que exploran todo el cuerpo. Si alguna vez has estado en una feria de salud, habrás visto una densitometría ósea en acción. La versión portátil de una prueba de densidad ósea, conocida como dispositivo periférico, puede utilizarse en manos y dedos para medir la densidad ósea. Una prueba de densidad ósea suele recomendarse en las zonas más propensas a sufrir fracturas óseas. Las zonas del cuerpo con más probabilidades de sufrir una fractura son las muñecas, los brazos, la columna vertebral y las caderas.

¿Qué muestra una prueba de densidad ósea?

Una prueba de densidad ósea medirá si tienes una densidad ósea normal o si tienes huesos debilitados y quebradizos. Una puntuación T baja en una prueba de densidad ósea significa que tienes una masa ósea inferior a la media, lo que puede determinar un diagnóstico de osteoporosis y otras afecciones óseas. Si tienes osteoporosis, tus huesos están debilitados y hay un problema con la capacidad de tu cuerpo para absorber y reemplazar el tejido óseo. Un motivo frecuente de pérdida ósea es la disminución de los niveles hormonales. El estrógeno es una de las hormonas producidas por el organismo que contribuye a mantener sanos los huesos. Muchas mujeres experimentan una pérdida de estrógenos durante la menopausia, lo que las hace más propensas a la osteoporosis que los hombres. Una prueba de densidad ósea medirá el nivel de calcio de tus huesos, junto con otros minerales que construyen y sostienen los huesos. Además de detectar la pérdida de masa ósea y la fragilidad, la densitometría ósea también puede utilizarse para controlar otros problemas de los huesos, como el cáncer o la artritis.

¿Cuándo podría recomendarte tu médico una prueba de densidad ósea?

Hay varias razones por las que tu médico puede recomendarte una densitometría ósea. Si tu médico sospecha que tienes osteopenia u osteoporosis, en las que tus huesos tienen menos masa, son más débiles y se vuelven quebradizos y más frágiles. Es habitual que los médicos recomienden una prueba de densidad ósea a pacientes mayores de 35 años, porque es cuando la masa ósea total alcanza su máximo en los adultos. También puede recomendarse una prueba de densidad ósea a las mujeres que atraviesan la menopausia, debido a la fluctuación de sus niveles hormonales. Los adultos mayores de 65 años también pueden someterse a una densitometría ósea cada pocos años para ayudar a detectar cualquier pérdida ósea en etapas posteriores de la vida. Ciertas afecciones también pueden hacer que las personas sean candidatas a una prueba de densidad ósea, como los antecedentes familiares de osteopenia u osteoporosis, las personas con diabetes tipo 1 y las personas con hipertiroidismo o hiperparatiroidismo. Las personas con enfermedad hepática o renal también pueden someterse a pruebas periódicas de densidad ósea como parte de su seguimiento y tratamiento de la enfermedad crónica. Tu médico también puede recomendarte una densitometría ósea si eres fumador, propenso a beber alcohol en exceso o tienes un índice de masa corporal bajo. Las personas que toman esteroides o anticonvulsivos para determinadas enfermedades también pueden ser candidatas a una prueba de densidad ósea.

Cómo diagnosticar la artritis

Una prueba de densidad ósea por sí sola no puede diagnosticar la artritis, pero a menudo desempeña un papel clave en la determinación del valor de referencia de tu masa ósea normal y puede ayudar a identificar si corres riesgo de pérdida ósea junto con la artritis. Para diagnosticar la artritis, tu médico te hará una exploración física y comprobará si tus articulaciones están hinchadas, enrojecidas o calientes. Durante la exploración física, es probable que tu médico también quiera ver cómo mueves las articulaciones y si los movimientos habituales se ven afectados negativamente. Los análisis de laboratorio, como los de sangre, orina y líquido articular, también pueden ayudar a determinar qué tipo de artritis puedes tener. En función de tus síntomas y de dónde pueda estar localizada la artritis, el médico puede recomendarte también pruebas de diagnóstico por imagen, como radiografías o tomografías computarizadas, para obtener imágenes más claras de la zona afectada. Es más probable que el médico recomiende una densitometría ósea si tienes un tipo de artritis inflamatoria, como la artritis psoriásica y la artritis reumatoide.

Tres tipos diferentes de artritis

La artritis se refiere a la hinchazón y sensibilidad que afectan a una o más articulaciones del cuerpo. Hay varios tipos de artritis, de los cuales los más comunes son la artrosis, la artritis reumatoide y la artritis psoriásica. Otros tipos menos frecuentes de artritis son la gota, la espondilitis anquilosante, la artritis reactiva, la artritis séptica y la artritis del pulgar. Sigue leyendo para saber más sobre los tres tipos más frecuentes de artritis, sus signos y síntomas, y cómo puede verse afectada la densidad ósea.

1. Artrosis

La forma más frecuente de artritis es la artrosis. Este tipo de artritis se produce cuando el cartílago protector de las articulaciones se desgasta con el tiempo y la edad. La artrosis puede producirse por el desgaste general del cuerpo al envejecer y puede afectar a cualquier articulación del cuerpo. Las articulaciones más frecuentemente afectadas por la artrosis son las manos, las rodillas, las caderas y la columna vertebral. Los síntomas más frecuentes de la artrosis son dolor, rigidez y sensibilidad en las articulaciones afectadas. Puedes notar un aumento del dolor y otros síntomas durante determinados movimientos y desplazamientos, y también puedes empezar a perder amplitud de movimiento con el tiempo. La artrosis también puede causar inflamación en los tejidos blandos que rodean las articulaciones afectadas.

2. Artritis reumatoide

La artritis reumatoide es el segundo tipo más frecuente de artritis y es un trastorno inflamatorio crónico de las articulaciones. Este tipo de artritis es en realidad un trastorno autoinmune, porque el sistema inmunitario del organismo ataca por error los tejidos blandos del cuerpo, como los que sostienen las articulaciones. La artritis reumatoide afecta a los tejidos blandos que recubren las articulaciones y puede causar erosión ósea e incluso deformidad articular. Los síntomas más frecuentes de la artritis reumatoide son articulaciones hinchadas, sensibles y calientes al tacto. La artritis reumatoide también puede causar rigidez en las articulaciones, que empeora tras periodos de inactividad. Este tipo de artritis suele afectar primero a las articulaciones más pequeñas, como los dedos de manos y pies, antes de progresar a articulaciones más grandes, como muñecas, rodillas, caderas y hombros. La inflamación dentro y alrededor de las articulaciones puede afectar a la densidad ósea, y la artritis reumatoide puede provocar pérdida ósea y lesiones articulares.

3. Artritis psoriásica

La artritis psoriásica es una afección que pueden padecer las personas que tienen psoriasis, una enfermedad que provoca manchas rojas y escamas plateadas a lo largo de la piel. Las personas que tienen psoriasis no siempre desarrollan artritis psoriásica, pero es posible que aparezcan problemas articulares junto con la enfermedad. Los signos más frecuentes de que una persona con psoriasis puede tener también artritis psoriásica incluyen dolor, rigidez e hinchazón de las articulaciones. Estos síntomas pueden afectar a cualquier articulación del cuerpo, aunque son más frecuentes en articulaciones como los dedos de las manos y de los pies y la columna vertebral. Este tipo de artritis es progresiva, lo que significa que sus síntomas pueden empeorar con el tiempo.

La artritis psoriásica afecta a la densidad ósea con el tiempo, por lo que las pruebas de densidad ósea repetidas cada pocos años son útiles para identificar cualquier pérdida ósea debida a este tipo de artritis.

Cómo puede afectar la artritis a la densidad ósea

La artritis reumatoide y la artritis psoriásica pueden acabar acelerando la pérdida ósea por la forma en que desencadenan la inflamación de las articulaciones. La inflamación dentro y alrededor de las articulaciones puede hacerte más propenso a desarrollar osteopenia u osteoporosis. Si tu dolor articular y otros síntomas empeoran con el tiempo, es posible que tu médico quiera programar pruebas periódicas de densidad ósea para averiguar si tu densidad ósea se ve afectada negativamente por tu diagnóstico de artritis. Tanto la artritis reumatoide como la artritis psoriásica pueden causar inflamación en las articulaciones, que suele identificarse por enrojecimiento y calor en las mismas. Aunque es menos frecuente, la densidad ósea y la artrosis también pueden estar relacionadas cuando la artrosis provoca inflamación en las articulaciones y daño articular. La artritis puede dañar las articulaciones de distintas maneras, como debilitando los huesos, que con el tiempo se vuelven más frágiles y quebradizos.

Opciones de tratamiento para la artritis

Existen opciones de tratamiento para todos los tipos de artritis que controlan los síntomas y ayudan a mejorar tu calidad de vida. Aunque la artritis no tiene cura, la artrosis no siempre es una enfermedad progresiva como la artritis psoriásica. La artritis reumatoide puede entrar en remisión tras ciertos tratamientos, y también hay opciones de tratamiento disponibles para ayudar a ralentizar la progresión de la artritis psoriásica. Aquí tienes ejemplos de opciones de tratamiento para estos tipos de artritis.

Técnicas no invasivas

Hay muchos tipos de técnicas no invasivas y opciones de tratamiento para la artritis. Dependiendo de tu tipo concreto de artritis, puedes acudir a un quiropráctico para que te ayude con el dolor articular y la realineación de la columna vertebral y las articulaciones. Esto puede ayudar a reducir significativamente los síntomas de dolor y malestar, al tiempo que restablece una alineación y comunicación sanas entre tu cerebro y el resto del cuerpo. Otras técnicas no invasivas son las soluciones naturales para el tratamiento del dolor, como los masajes terapéuticos y los medicamentos sin receta para el dolor y la inflamación. Tu médico también puede ayudarte a identificar formas de moverte a lo largo del día que te ayuden a reducir los síntomas.

Fisioterapia

La fisioterapia también es muy eficaz para reducir tu dolor y otros síntomas asociados a distintos tipos de artritis. En el caso de la artrosis, un fisioterapeuta puede ayudarte a aumentar tu fuerza y flexibilidad alrededor de las articulaciones afectadas, lo que contribuye a proporcionar más estabilidad y apoyo en la zona. Si tienes artritis reumatoide, el fisioterapeuta también puede ayudarte con estiramientos y ejercicios para mantener flexibles las articulaciones. El médico y el fisioterapeuta también pueden hablarte sobre la utilización de dispositivos de asistencia que pueden ayudarte a evitar ejercer demasiada tensión y presión sobre las articulaciones afectadas.

Cirugía ortopédica

En algunos casos, la cirugía puede recomendarse como la mejor opción para el tratamiento de la artritis. Si los tratamientos no invasivos y los medicamentos no consiguen ralentizar o prevenir el daño articular causado por la artritis, entonces la cirugía puede ser el mejor curso de acción. La cirugía ortopédica para la artritis puede ayudar a recuperar la movilidad de la articulación afectada, al tiempo que mejora el dolor y otros síntomas. Existe una amplia gama de opciones quirúrgicas en función de tu diagnóstico de artritis y del tipo de intervención que sea mejor para ti.

Si tienes artritis, habla con tu médico sobre cómo puede verse afectada tu densidad ósea. Tu médico puede recomendarte una prueba de densidad ósea para determinar tu masa ósea actual y controlar tu densidad ósea en el futuro. Mantén unos huesos sanos con ayuda ortopédica. Una densitometría ósea cada pocos años puede ayudarte a mantener una actitud proactiva respecto a tu artritis y a prevenir nuevos daños articulares. En Ortopedia AICA, contamos con un equipo de médicos de múltiples especialidades que pueden ofrecer planes de tratamiento eficaces y personalizados para todos los tipos de artritis. Visita un centro de AICA Ortopedia en el área metropolitana de Atlanta cerca de ti para reunirte con un médico ortopédico, quiropráctico, fisioterapeuta o cirujano ortopédico y hablar de tus opciones para el tratamiento de la artritis.

Fuentes

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Hardcastle, S. A., Dieppe, P., Gregson, C. L., Davey Smith, G., & Tobias, J. H. (2015). Osteoartritis y densidad mineral ósea: ¿son los huesos fuertes malos para las articulaciones? Informes óseosKEy, 4, 624. https://doi.org/10.1038/bonekey.2014.119

Frediani, B., Allegri, A., Falsetti, P., Storri, L., Bisogno, S., Baldi, F., Filipponi, P., & Marcolongo, R. (2001). Densidad mineral ósea en pacientes con artritis psoriásica. Revista de Reumatología, 28(1), 138-143.

 

 

Reseñas

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