Si padeces dolor crónico, es probable que hayas explorado una serie de opciones para tratarlo. Ya sea en los músculos, los huesos o las articulaciones, el alivio puede parecer esquivo, sobre todo cuando has probado muchos tratamientos existentes. Cuando empieces a buscar alternativas, puede que oigas hablar de la terapia con láser frío, un tratamiento único para el dolor crónico. Incluso puede sonar demasiado bueno para ser cierto: un tratamiento que ataca el dolor en su origen y estimula las capacidades curativas naturales de tu cuerpo. Pero la terapia con láser frío se utiliza para muchos tipos de dolor crónico y ha ayudado a muchas personas a encontrar alivio a largo plazo. Sigue leyendo para saber cómo funciona y si te conviene este innovador tratamiento.
¿Qué es la terapia con láser frío?
La terapia con láser frío es un tratamiento de baja intensidad basado en el láser y diseñado para estimular la curación del organismo. A pesar del nombre, los láseres utilizados no son realmente fríos, sino que no son lo bastante calientes como para calentar el tejido corporal. Esto los hace fríos en comparación con otras terapias populares con láser de alta intensidad. En cambio, los haces de luz utilizados tienen una longitud de onda específica que interactúa con los tejidos para favorecer la curación. Es posible que sigas sintiendo una sensación de calor donde se utiliza, ya que se estimula la expansión de los vasos sanguíneos y aumenta la circulación en la zona lesionada. Esto produce enzimas y un efecto antiinflamatorio que controla el dolor y acelera la recuperación.
Usos habituales de la terapia con láser frío
Las personas con diversas dolencias pueden beneficiarse de la terapia con láser frío, ya que es una opción muy versátil. Los usos más comunes de la terapia con láser frío son para cosas como lesiones leves y esguinces. Puede tratarse de distensiones musculares o de ligamentos, tendinitis, codo de tenista, dolor de cuello, dolor de espalda, bursitis, dolor de rodilla y otras lesiones. La reducción de la hinchazón y la inflamación que provocan los láseres puede ayudar con estos problemas, además de reducir los espasmos musculares que pueden aumentar el dolor.
Si hay zonas del cuerpo inflamadas por otros motivos, como una enfermedad, la terapia con láser frío también puede ser útil. Las articulaciones y los problemas en la boca, el dolor de la artritis reumatoide y el síndrome del túnel carpiano son motivos por los que la gente recurre a la terapia con láser frío. Algunas afecciones cutáneas también pueden tratarse de este modo.
Como campo en expansión, la terapia con láser frío también se está explorando en una serie de afecciones neurológicas y de otro tipo, como la lesión cerebral traumática, la enfermedad de Parkinson, la lesión medular y la enfermedad de Alzheimer.
¿La terapia con láser frío es para mí?
Debido a la naturaleza suave, indolora y no invasiva de la terapia con láser frío, la mayoría de las personas pueden someterse al tratamiento con seguridad. Determinar si es adecuado para ti se basará normalmente en la dolencia que presentes. Entre los signos de que la terapia con láser frío puede ser adecuada para ti se incluyen:
- Dolor articular o muscular persistente que no se alivia con el tratamiento tradicional
- Una lesión anterior que te sigue molestando tras el periodo de recuperación inicial
- Dolor o molestias tras una intervención quirúrgica que ya ha pasado el periodo de cicatrización
- Buena salud general aparte del lugar de tu dolor
Un especialista podrá evaluar tu estado y determinar si la terapia con láser frío es la opción adecuada para ti.
Qué esperar durante la terapia con láser frío
A algunas personas les preocupa su primer tratamiento de terapia con láser frío: al fin y al cabo, ¡no tenemos láseres en el cuerpo todos los días! Sin embargo, el tratamiento es muy rápido e indoloro. Te sentarás o tumbarás de forma que te resulte cómoda mientras un profesional marca los puntos de tratamiento previstos. A continuación, aplica una cantidad controlada de luz de baja intensidad directamente en esa parte del cuerpo. La mayoría de las personas dicen sentir el láser y un ligero calor, pero no sienten dolor durante el tratamiento.
La terapia con láser frío suele requerir varias sesiones para conseguir todos sus efectos, aunque es probable que salgas de la primera sesión con cierto alivio.
Si crees que la terapia con láser frío puede ayudarte con tu dolor, lo más importante que puedes hacer es encontrar un profesional sanitario autorizado que pueda administrar correctamente el tratamiento. En Ortopedia AICA, tenemos especialistas que realizan la terapia con láser frío utilizando equipos de última generación, con láseres de clase 4 aprobados por la FDA y los más eficaces del mercado.
Los fisioterapeutas, quiroprácticos y médicos de Ortopedia AICA recomiendan a menudo la terapia con láser frío para complementar otros tratamientos y promover la curación al tiempo que se reduce el dolor de nuestros pacientes, tanto si han sufrido un accidente como si padecen dolor crónico. Para empezar a informarte sobre la terapia con láser frío, ponte en contacto hoy mismo con la clínica que la realiza más que nadie en Georgia.