Nadie quiere someterse a una operación, especialmente de espalda. El tiempo de recuperación puede ser mucho más difícil que el de otras cirugías, porque a menudo no puedes tumbarte boca arriba, lo que puede resultar incómodo, y tienes que limitar al máximo tus movimientos.
Por eso la cirugía mínimamente invasiva de la columna vertebral es la mejor opción. Si nunca te has sometido a este tipo de cirugía y no lo has hablado con tu médico, a continuación te explicamos brevemente en qué consiste y por qué es más beneficiosa que las opciones quirúrgicas más tradicionales.
No hay incisión importante
Es importante conocer los fundamentos de la cirugía tradicional de la espalda para poder apreciar realmente la cirugía mínimamente invasiva. El método tradicional es lo que se conoce como cirugía abierta: se hace una larga incisión sobre la abertura en la que trabajará el cirujano. En realidad, la piel se separa o se echa hacia atrás para que el cirujano tenga una visión clara de la columna vertebral y de otros órganos o partes en los que esté trabajando. Esta incisión puede llegar a medir 15 cm.
Una vez realizada, los músculos que rodean la parte de la columna vertebral en la que está trabajando el cirujano tienen que desplazarse hacia un lado, lo que somete a esos músculos a tensión. En algunos casos, hay que cortar los músculos, e incluso puede dañarse el tejido blando cercano, lo que causa dolor y alarga el tiempo de recuperación.
Durante la recuperación de una operación de espalda tradicional, también hay preocupaciones. Existe el riesgo de que se abran los puntos si te mueves demasiado deprisa o incluso si haces algo tan sencillo como toser o estornudar. También hay un mayor riesgo de que se produzca una infección, porque la incisión es bastante grande, lo que deja más aberturas para que entren bacterias y gérmenes en el cuerpo.
En cambio, un procedimiento mínimamente invasivo significa que no es necesaria una gran incisión. Con incisiones más pequeñas, se daña menos el músculo. Esto hace que el procedimiento sea mucho menos doloroso y acorta el tiempo de recuperación.
¿Cómo trabajan los cirujanos con incisiones pequeñas?
Como la piel no se abre como en la cirugía abierta, mucha gente se pregunta cómo pueden saber los cirujanos lo que están haciendo. La clave de muchos de estos procedimientos es una herramienta llamada retractor tubular.
Esta herramienta se introduce haciendo una pequeña incisión en la espalda, cerca de la zona que se va a operar. El retractor tubular se empuja hacia abajo a través del músculo y el tejido blando de la zona de la columna vertebral que se va a operar. Así se forma un túnel que el cirujano puede utilizar para llegar a la zona problemática sin cortar ni dañar los músculos.
Una vez colocado el retractor tubular, el cirujano utiliza pequeñas herramientas para acceder al conducto creado y operar la columna vertebral. Todo, tanto si se utiliza una herramienta como si se extraen trozos de material, pasa a través del retractor tubular.
En algunos procedimientos puede ser necesario colocar varios retractores, pero a menudo se prefiere esto a hacer una gran incisión.
El uso de la fluoroscopia y los microscopios
Otro método utilizado en estos procedimientos mínimamente invasivos es la fluoroscopia. Este aparato utiliza rayos X para mostrar al cirujano lo que ocurre dentro del cuerpo en tiempo real. Utilizan estas imágenes para guiar las herramientas introducidas a través del retractor tubular.
Sin embargo, aunque la fluoroscopia ayuda a guiar al cirujano, hay ocasiones en que necesitan ver la columna vertebral real y los músculos cercanos a ella. Cuando eso es necesario, utilizan microscopios especiales que encajan dentro del retractor.
El final del procedimiento
Una vez finalizada la intervención, el cirujano retira el retractor tubular, permitiendo que los músculos vuelvan a su posición. A continuación se sutura la pequeña incisión.
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