Si alguna vez te has quejado de dolor de espalda o cuello, es probable que te hayan sugerido que visites a un quiropráctico. Aunque muchas personas disfrutan de los beneficios de la atención quiropráctica, otras se muestran escépticas y temen que un quiropráctico no tenga las mismas credenciales que un traumatólogo u otro médico. Existen ideas erróneas en torno a la atención quiropráctica, según las cuales no es tan buena o digna de confianza como la atención médica tradicional. Sin embargo, los quiroprácticos reciben una amplia formación y están especializados en esta forma de tratamiento.
¿Qué es un quiropráctico?
En pocas palabras, un quiropráctico de Atlanta es un profesional médico formado para utilizar sus manos para aliviar el dolor de la columna vertebral y del resto del cuerpo. Su objetivo es diagnosticar y tratar los trastornos de los sistemas musculoesquelético y nervioso. La creencia fundamental de la atención quiropráctica es que las desalineaciones de la columna vertebral afectan negativamente al sistema nervioso central y pueden causar multitud de problemas médicos. En respuesta a estos desajustes, los quiroprácticos adoptan un enfoque holístico que se centra en métodos naturales de curación.
Para ser quiropráctico, una persona debe obtener el título de Doctor en Quiropráctica (D.C.) en una institución acreditada. Para obtener el título de Doctor en Quiropráctica, una persona debe obtener un título universitario con especialización en ciencias, así como un título sanitario de cuatro años de una escuela acreditada de quiropráctica. También existe un requisito de licencia para ejercer, marcado por la superación de un examen, así como créditos de formación continua.
Al igual que los médicos, muchos quiroprácticos se especializan en determinados tipos de cuidados. La neurología, la medicina deportiva, la nutrición, la pediatría y el diagnóstico por imagen son áreas de la atención quiropráctica que pueden estudiarse durante una residencia adicional de 2-3 años. Un quiropráctico con técnicas “integradas” puede tener un puñado de especialidades.
Qué tratan los quiroprácticos
La atención quiropráctica se centra principalmente en la columna vertebral y el sistema nervioso, así como en los tejidos blandos, como músculos, tendones y ligamentos. Al tratar estas zonas, los quiroprácticos no operan, sino que utilizan sus manos o pequeños instrumentos manuales. Con estas herramientas, pueden tratar una amplia gama de problemas.
La mayoría de la gente acude al quiropráctico para tratar el dolor de espalda, cuello, pelvis, brazos o piernas. Todos ellos conectan directamente con la columna vertebral y, en algunos casos, pueden ajustarse independientemente para tratar rápidamente los desajustes que causan las molestias. El dolor en estas zonas también puede ser un signo de afecciones más crónicas que pueden descubrirse mediante la atención quiropráctica.
Otra razón habitual para buscar atención quiropráctica es que una mujer embarazada se someta a la Técnica Webster. Se trata de una especialidad quiropráctica diseñada para realinear la pelvis, animando al bebé a colocarse en posición cabeza abajo para facilitar el parto.
Además de estas aplicaciones, la atención quiropráctica puede utilizarse para tratar una amplia gama de afecciones, desde problemas digestivos hasta cólicos del lactante. Aunque no padezcas actualmente ninguna enfermedad, la atención quiropráctica puede ofrecer un enfoque preventivo que ayude al organismo a funcionar correctamente antes de que nada se ponga en marcha.
Aunque los quiroprácticos pueden tratar muchos problemas, hay algunos que pueden requerir la atención de un traumatólogo u otro médico. La osteoporosis grave, el cáncer de columna y la inestabilidad vertebral pueden ser casos en los que te remitan a un médico.
Visita al quiropráctico
Si te pone nervioso visitar a un quiropráctico, es muy parecido a cualquier cita médica a la que acudirías. La mayoría de los quiroprácticos empezarán por conocer tu historial médico y tus objetivos de tratamiento. Probablemente te harán un examen físico práctico para familiarizarse con tu columna vertebral. Si presentas algún síntoma o problema, muchos quiroprácticos recurrirán a exploraciones diagnósticas, como radiografías, para descartar determinadas afecciones y orientar su práctica.
Una vez que tu quiropráctico haya determinado una vía de tratamiento, empezará un ajuste. Lo más probable es que te tumbes en una camilla acolchada diseñada para realizar ajustes mientras el quiropráctico presiona sobre la columna vertebral. También puede pedirte que te muevas en distintas posturas para facilitar el acceso a determinadas zonas del cuerpo. No es infrecuente oír crujidos o chasquidos durante un ajuste, pero se trata de una respuesta normal a la presión en las articulaciones.
Después de un ajuste quiropráctico puede haber algo de dolor o fatiga, ya que tu cuerpo se adapta a los cambios de alineación realizados durante la consulta. Esto es leve y desaparecerá rápidamente.
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